DÍA 1
Cuando bajamos en Hanga
Roa , hizo aparición el calor tropical de Rapa Nui, pero había algo más, un
aire- energía –espacio-tiempo cuá-ti-co. (Una vez leí una entrevista que le
hicieron a la Blanca Lewin cuando grabaron IORANA (eee nu a eco ro tata
taqueuritani-ta..) y ella dijo que cuando se bajó del avión el aire olía a
sexo, obvio que mis fosas nasales virginales nunca olieron a sexo –qué pensaría
la hermana monja María Cruz de todo esto-). En fin, el sudor de tu
cuerpo abrigado como hijo único (llegó el otoño a Santiago puh) se pegaba a tu
ropa y era asqueroso, pocas veces me he sentido asquerosa y esta oportunidad
ocupaba el tercer lugar de mi top ten
de momentos asquerosos (no pregunten qué más incluye el ranking), yo puro
quería sacarme las pantyes. Pagué mi
pase al Parque Nacional (10.000 CLP) a un isleño que no sé por qué estaba muy
muy feliz y me dentré pa dentro
(quizá era mi oportunidad y fallé)
Apareció el labrador que te olía las maletas en la pista Hot
Wheels y mientras tanto, la persona que estaba con el cartelito te entregaba el
famoso collar de flores. Muy lindo todo, me encantan las flores (mentira: mi sistema inmune es no inmune a
flores, polvo, flores, y otros. Y flores). Y ya, apareció mi pequeña valija y
nos fuimos al hotel con la Caro (recepcionista del Hotel y chilena de Chile) a
pata porque la weá estaba al lado. Me preguntó porque andaba sola y esas cosas
que te preguntan cuando andai sola y me ofreció toda la ayuda para comerme a
un mino para buscar tours y esas
cosas. El hotel con toda la flora nativa de la Isla tenía unos moais a la
entrada (baia baia) – y entramos a hablar con el José (recepcionista 2, chileno de Chile, compañero de Caro, y algo
más 1313, 1414) que me pidió altiro un
tour full day para el lunes que partía a
las 9:30.
Llegué a mi habitación hermosa, me di una ducha para sacarme
el sudor (para luego quedar con más sopeamiento), guardé mi merca en el
frigobar y salí a recorrer las calles con la Caro y el José en una van. La idea
era ubicarme rápido porque la Isla es chica y confiaban en mi cara de viah
intelectual. Después volvimos al hotel, me puse mi bañador, agarré mi Iphone,
mi cámara de turista, mi gorro de turista y salí sola a caminar con mi ma-pa
(aki Alexis Sánchez y su video cuando muestra cómo disertaba cuando cabroh
chigo tocopilla). Asomé la nariz a la
salida y pasan unos weones isleños en auto con reguetón de fondo y
gritando piropos varios. Ok. NOT! Es la misma weá en todos lados L. Después seguí
caminando y caché restorants, negocios, “supermercados” y farmacias, los pacos
carabineros, la muni etc. Y como era
sabido, las calles sin ninguna señalización
que diga: calle x, calle tanto, encontonces había que aprenderse todo de
memoria (uno nunca descansa, ni en vacaciones).
Mi idea inicial era llegar a donde estaban los primeros moais que vi con los recepcionistas
en la van (una ruta fácil ya que era dentro de Hanga Roa) que se llamaba Tahai a un lado del cementerio y de la
caleta. Había una playa en la que me metí cagá de susto (looooser!) ya que mi
experiencia con el mar es de miedo, onda MI-E-DO, por los tiburones (vistos en
películas) y por que una vez me tragó una ola y pensé en la muerte. Iba
cruzando por la caleta y venía en sentido contrario un isleño anciano tata en moto con la típica indumentaria isleña
(camisa, collares y un cintillo con plumas –what!-) se devolvió y me invitó a
su casa (estos tipos la hacen súper corta, deseo ser alguna vez así), que me
iba a cocinar, que íbamos a ir a pescar, que iríamos a bucear, etc. Yo muy
feliz de que el tatara tarara abuelo del Hotuiti me diera tan calurosa
bienvenida, le planteé que no podía ser porque mi prometido me iría a buscar
luego (aki el violín más pequeño del mundo de Bob Esponja, o también la canción
de la Celine Dion “sola otra vez”) y rechazé la increíble oferta de la forma
más cordial posible (ya que pensé que me podría secuestrar y estaba lista para
meterle el palito selfie en un ojo- una es muy pasá a rollos!). El caballero
fue muy amable, e igual me dio su número de celular y yo lo anoté en el mío y nos
sacamos una selfie J.
Murió el amor (aki: de nuevo la canción de Celine Dion)
Retomé mi caminata hasta Tahai y pasé por la segunda playa,
en donde igual me metí un rato ya que era mucho más piola que la otra y estaba
rodeada de puras rocas así que era mucho más segura. Y ahí fue donde lo vi.
ADONIS hermoso precioso, rico saliendo del mar; “te miro, me miras, te ves tan
lindo de perfil, tu pelo, tu boca, todo es perfecto para mi” PARA MI, PARA MI …
PA-RA-MI. Inalcansable. Y duró como dos
minutos más el amor porque tenía que cumplir con mi itinerario. Porque si uno
es caliente, siempre tiene que ser responsable.
Y lo logré! Llegué a
Tahai y ahí estaban 5 moais y más allá dos. Todos mirando al interior de la
Isla, protegiéndola con su mirada (aunque casi no tenían ni ojos pero uno se
imagina cómo eran antes) y su
poder. El atardecer es hermoso ahí, no
emitiré más opiniones ya que es algo que hay que vivir para sentirlo. Es más
que una pasión, un sentimiento.
Tenía tantos sentimientos encontrados, que crucé y me
encontré con el local Donde la la Tía Nancy , me tomé una cerveza y me comí una
empanada de queso (amnesia alimentaria) de cómo un metro y rellena con
queso, RE-LLE-NA. De esas que chorrean sin piedad. En Santiago
deberían aprender a hacer empanadas así.
(5000 CLP). Ya contenta y con el
corazón y esómago llenito, me fui a dormir al hotel (aún sola).
Fin